Swinburn reconstruye las páginas plegándolas entre sí en su intento de reparar lo que se ha destruido. De esta manera, la escultura se convierte en un monumento que revoluciona su propia historia y hace referencia a sus cambios de tiempo y lugar. A través de la fotografía, Swinburn captura las condiciones efímeras de la performance y disemina esas imágenes sobre mármol o piedra. De algún modo, la naturaleza monumental de la obra retorna y es reformada desde la materialidad frágil del papel a un material simbólico como el mármol o la piedra para representar su significado cultural. El proceso creativo de la obra interpersonal de Catalina Swinburn pone el énfasis en la necesidad humana de condiciones de existencia, pérdida y destrucción. La regeneración de estos relatos manifiesta un sentido de urgencia y un modo de resistencia. En un contexto global de constante lucha y desplazamiento de seres humanos, Swinburn expresa un mensaje de esperanza y libertad y anticipa una apertura hacia un diálogo cultural.