El concepto de frontera surge como una realidad polisémica, puesto que existen tantas definiciones y tantas maneras de entenderla, como concepciones o cosmovisiones. La frontera es un tránsito social entre dos culturas. Restringido al ámbito político, este término se refiere a una región o franja, mientras que el término límite está ligado a una concepción imaginaria. Originalmente la palabra frontera tiene una connotación militar, ya que hace referencia al «frente de batalla». Las fronteras se caracterizan por el alto grado de vigilancia, para evitar entradas en masa de inmigrantes, de drogas, de mercaderías, etc. Las fronteras socioculturales son genéricas por su grado abstracción. A pesar del grado abstracción y subjetividad que las caracteriza debido a su naturaleza, las fronteras socioculturales logran su concreción a través de la interacción de las distintas comunidades con otras entidades de las que desean ser o son distintas. La conciencia de una comunidad incluye la percepción de cuales son sus fronteras, para su existencia estos límites no necesariamente deben estar marcados sobre el terreno o en los mapas, pero siempre lo están en las mentes. La frontera nos separa a “nosotros” de “ellos” y al definir al otro definimos simultáneamente el “nosotros” (Kavanagh, W; Barcelona, 1994; p. 7). De esta manera las fronteras dejan de ser elementos estáticos, como diría Douglas muros que se erigen, defienden y atacan; para convertirse en puentes en y de transición, en espacios de interculturalidad, abiertos a procesos de hibridación cultural, altamente móviles cuyas fronteras son difusas y que además permiten determinar las zonas en donde diversos sistemas sociales, culturales, económicos y políticos se interpenetran mutuamente de modo especial. (Douglas,William;Barcelona, 1994; p. 45)
El horizonte de sucesos —también llamado horizonte de eventos— se refiere a una hipersuperficie frontera del espacio-tiempo, tal que los eventos a un lado de ella no pueden afectar a un observador situado al otro lado. Obsérvese que esta relación no tiene por qué ser simétrica o biyectiva, es decir, si A y B son las dos regiones del espacio tiempo en que el horizonte de eventos divide el espacio, A puede no ser afectada por los eventos dentro de B, pero los eventos de B generalmente sí son afectados por los eventos en A. Por dar un ejemplo concreto, la luz emitida desde uno de los lados del horizonte de eventos jamás podría alcanzar a un observador situado al otro lado.
El nexo entre frontera, (identidad y territorio) esta ligado en este proyecto al concepto horizonte de sucesos, en donde la movilidad de éstas se convierte en el foco de análisis para entender los procesos de construcción de fronteras ficcionarias y transportables, en donde los ritos, las narraciones y la superposición de las mismas, de manera sincrética, son referentes de una actual situación en donde los espectadores de esta nueva frontera, si bien no son afectados por lo que sucede en ella, los eventos que ellos producen si son afectados en la frontera. Es en este juego de diferencias y semejanzas de inclusión y exclusión donde queda de manifiesto la intención de despertar en los espectadores una búsqueda por consolidar una la identidad social y cultural responsable.
El proceso de construcción de las obras, tiene diversos etapas y estados. La artista selecciona imágenes de la prensa internacional relacionada con los temas fronterizos de la actualidad. Luego éstas son impresas en tela en gran formato, aproximado 1.5 x 35 metros aproximado, las cuales son transportadas y ubicadas en diversas fronteras naturales, en donde la artista realiza acciones y ritos que hacen suceder a esas nuevas fronteras, las cuales sacadas de su contexto original, se adaptan al nuevo territorio. Las acciones son fotografiadas y grabas aéreamente, con la misma tecnología con la cual las fronteras políticas son constantemente vigiladas. Este aparato de alta tecnología, aéreo, de cierta forma, distorsiona las perspectivas de la mirada. Luego las imágenes obtenidas de dichas acciones, son trabajadas por la artista a modo de collage y montaje, en donde las imágenes originalmente impresas en las telas vuelven a tomar protagonismo desde una nueva frontera, creando así un universo ficcionario de fronteras móviles y transportables. Esa actitud anti-estructural resulta muy parecida a esa modalidad lúdica que R. Caillois denomina ilinx: “llamo ilinx—del nombre griego de torbellino de agua—a toda tentativa de destruir por un instante la estabilidad de la percepción y de infligir a la consciencia lúcida una especie de pánico voluptuoso”. (Cit. en Mandly, 1989:277) Este proyecto reúne diversos medios tales como; instalación, performance, video, escultura y fotografía; articulando una ficción cuyo motivo central es la narración de performances y rituales, hazañas épicas y nostálgicas, realizadas en territorio Argentino y Limítrofes con Chile, mediante tomas aéreas y terrestres y luego impresas en bloques de mármol y en estructuras de bronce pulido, intervenidos con imágenes provenientes de dichas acciones, y luego trabajadas a modo de collage y montaje de imágenes provenientes de la prensa internacional relacionadas con el Horizonte de Sucesos de Fronteras.
Este proyecto persigue recuperar una mirada tradicional sobre el arte, pero con la estética y la experiencia de un mundo contemporáneo globalizado. GENIUS LOCI – SENSE OF PLACE/ HORIZONTE DE SUCESOS I; es un proyecto sustentable que aspira a cierto grado de trascendencia, esto se expresa en la elección de materiales nobles y duraderos, y en esa opción por formas que remiten al monumento. Ritos construidos sobre otros ritos, narraciones construidas sobre otras narraciones, este proyecto reivindica una vuelta al arte como rito significativo. Pero lo hace apelando a métodos y códigos ultra contemporáneos, que operan al servicio de una obra a la vez rigurosa y emocional. La actitud estética, o la “forma estética de contemplar el mundo”, entendiendo por estética lo que apuntó Kant en su Crítica de la facultad del juicio (1790) cuando la definió “una finalidad sin fin” , es generalmente contrapuesta a la actitud práctica. Hay que saborear la experiencia de percibir el paisaje mismo haciendo hincapié en sus detalles perceptivos, en vez de utilizar el objeto percibido como medio para algún otro fin.